¿QUIERES ÉXITO? ILUSIONA!

Todos hemos oído alguna vez hablar de las tres áreas del desempeño profesional: conocimiento, experiencia y actitud y de la importancia que tiene esta última sobre el resto. Como se suele decir “la actitud lo es todo” La actitud la identificamos con la motivación. Es obvio que sin un motivo poderoso para hacer algo, no voy a tener predisposición para desarrollarlo. Pero tener un motivo para hacer algo no siempre es suficiente. Por ejemplo, si lo que me anima a trabajar todos los días es pagar mis deudas y estas suponen una gran carga para mi, mi predisposición a desempeñar un buen trabajo es muy diferente a si mi motivo es trabajar para hacerle un buen regalo a mi hijo, a mi mujer o simplemente para comprarme algo con lo siempre he soñado.

En definitiva, para alcanzar una buena actitud he de estar motivado para desempeñar correctamente mi trabajo y para conseguir esa motivación “positiva”, necesito tener ilusión. Quizás la ilusión sea hoy uno de los bienes más preciados, más incluso que el dinero. Cuando una persona está ilusionada, ve todo con mayor optimismo, sus capacidades se potencian y busca alternativas y soluciones a cualquier problema que le surja. Pensemos en la sensación experimentada cuando se aproximan unas determinadas fechas: fiestas, vacaciones, fines de semana, competiciones deportivas (final de una Eurocopa)… nuestro deseo para que llegue ese momento es tan grande, que trasmitimos esas sensaciones, esa ilusión al resto de las personas con las que nos relacionamos. Ahora bien, reflexionemos un momento y pensemos que estamos haciendo en nuestras organizaciones, con nuestros equipos, con los clientes. Constantemente les estamos desilusionando. Reuniones donde solo se habla de la mala situación económica, de la falta de consecución de objetivos, amenazas de medidas traumáticas para la plantilla, la importancia de conseguir buenos resultados sin importar como se alcancen los mismos y lo peor de todo utilizar al cliente en lugar de cuidarlo y protegerlo. Si somos responsables de las personas que tenemos a nuestro cargo, tenemos que tener capacidad de ilusionarles y si no, dejemos sitio a otros para hacerlo. ¿Cómo generamos ilusión en las empresas? Trabajando. La ilusión se consigue trabajando, pero para ello, hace falta tener actividad y para lograr actividad hay que tener un mercado en el que competir. Desarrollando proyectos. Es muy importante la visión empresarial a largo plazo, y para alcanzarla, hay que trabajar el día a día. Los proyectos tienen una duración determinada y es más fácil ilusionar a las personas a alcanzar una meta en períodos más cortos de tiempo. Invirtiendo. En metodologías de trabajo diferentes, en formación, en incentivos, en pequeños cambios aunque sea en la decoración o en cualquier cosa que la persona perciba que hay actividad o que se están buscando alternativas. Con responsables que transmitan. Desde el puesto más elevado de la dirección pasando por el resto de mandos directivos y mandos intermedios. La persona que lidere un equipo tiene que ilusionar, tiene que transmitir entusiasmo y esperanza, todo ello bajo un modelo de trabajo profesional que demuestre su viabilidad. Con una orientación al cliente. No hay nada que ilusione más que tener un cliente satisfecho, un cliente que te recomiende y que hable bien de ti. Ahora donde las empresas solo piensan en vender, es un buen momento para ganar al cliente ofreciéndole algo diferente, y de esta forma podremos materializar la frase “El Cliente es lo Primero”. Escuchando. A los empleados, a los clientes, a todo el mercado. Cuando la gente es escuchada se ilusiona. Fuente: http://blog.iniciativapymes.com/?p=1886

Gracias por llegar aqui, ayudanos a crecer y difundir compartiendo nuestro artículo en tus redes: